India es desconcertante. El país que registra el crecimiento más importante en compras de teléfonos móviles, también alberga el 40% de la fauna mundial. A la vez, sus más de mil millones de habitantes lo convierten en el segundo país más densamente poblado de la tierra. La mayor democracia del mundo también es el país más religioso del mundo.

India es asombrosa. ¿Cómo interpretar este país? ¿Qué India debemos observar? ¿La India contemporánea, la India tradicional o la India eterna? ¿Podemos hablar de una sola India? ¿O tal vez deberíamos referirnos a ella en plural… las Indias?

India es fascinante. 29 estados, 18 lenguas oficiales, miles de dialectos, multitud de religiones, 6000 periódicos diarios…

El “problema” no estriba únicamente en cómo interpretar este país, sino en cómo ver el resto del mundo tras haber visitado India, No es un lugar que uno pueda visitar, contemplar, analizar, apreciar, juzgar y después olvidar.

India no se ve, se vive. India te confronta con tu humanidad. Te obliga a contemplar la naturaleza humana en toda su vergüenza y magnificencia, a amarla y odiarla al mismo tiempo, a aceptarla tal y como es.

India es como un virus: se apodera de tu cuerpo y te transforma. Ya no eres tú quien visita India; es ella quien te visita a ti. Ante esta perspectiva, más de un visitante la ignora, prefiriendo censurar su cuerpo y alma antes que correr el riesgo de cuestionar su propia visión del mundo. Resulta más fácil olvidar a sus gentes; fingir que ninguno de ellos existe, salvo en la imaginación. Es más sencillo creer que, tarde o temprano, un país tan caótico como éste terminará por destruirse a sí mismo, ahogándose en sus propias contradicciones. Es más práctico olvidar India que tratar de comprenderla. Y es que, en última instancia, ¿cómo aceptar que las vacas también tengan derecho a pasear tranquilamente por las calles de cualquier ciudad? ¿Cómo considerar normal que una persona provista de un móvil comparta con ellas lo que dicha persona acaba de tomar a modo de Prasad (alimento consagrado en un templo)? Desde el momento en que aceptamos que todo ello forma parte de la realidad, cualquier cosa es posible.

Sin embargo, con independencia de que hayamos nacido en India o no, la cuestión de cómo concebirla, cómo comprenderla, sigue siendo la misma.

Un antiguo proverbio reza así: «Para conocer India, hay que tener tres vidas». Una espléndida metáfora para explicar que, en este país, nada es exactamente lo que parece y hace falta tiempo para comprenderlo.

Estar en India significa verse asaltado por sensaciones, olores, colores, emociones, preguntas; esforzarse por encontrar respuestas; hacer frente a tus propios deseos y a tus temores más íntimos. Estar en India significa ser cegados por el sol y ensordecidos por la lluvia. Estar en India significa asistir a la lucha por la vida en lo más profundo de tu ser. Estar en India significa contemplar cómo tu autosuficiencia se rompe en mil pedazos. Estar en India significa sentirse libre. E impotente. Significa no olvidarse ni un solo instante de esa fabulosa y extraña energía que te rodea.

Estar en India significa comprender que la vida es una paradoja. Significa tener que plantearse la cuestión de la existencia. Estar en India significa optar, en más de una ocasión, por ser sordo y ciego, pese a saber que nunca llegaremos a serlo del todo. Estar en India significa sentirse solo, sentirse humano. Aprender a aceptar lo inesperado, en lugar de luchar contra ello. Estar en India significa saber que el tiempo es subjetivo, salvo cuando se trata de nacimientos, muertes o matrimonios. Estar en India significa no conocer jamás el aburrimiento, y conocer a menudo la desesperación.

Estar en India significa aprender a reírse de la suerte y la desgracia. Estar en India significa aprender a confiar. Estar en India significa saber que todo cambia y nada se pierde, excepto los recuerdos. Estar en India significa formar parte de una tradición viva. Ser moderno y tradicional a la vez. Estar en la India significa ver la eternidad en un abrir y cerrar de ojos.

¿De qué modo puede contribuir India al resto del mundo? Esta es una cuestión cuya respuesta estamos invitados a descubrir. En India no hay nada más sagrado que una peregrinación. Pero lo fundamental, no es tanto la visita al templo, como el viaje en sí mismo. Porque en India jamás se olvida que la vida no es más que un viaje y que, en última instancia, el viaje más importante es el que emprendemos rumbo a nosotros mismos.