“Si hubiese algo civilizado en el ser humano, todas las naciones se habrían alzado contra la invasión de Tíbet por China. Es la invasión de la materia contra la consciencia. Es la invasión del materialismo contra las alturas espirituales.”

Desafortunadamente, Tíbet ha caído en la oscuridad. Sus monasterios se han cerrado; sus buscadores de la verdad han sido obligados a laborar en campos de trabajos forzados. El único país en el mundo que trabajaba con un solo genio, toda su inteligencia enfocada en la búsqueda de lo interior y los tesoros del Ser, ha sido frenado por la invasión comunista. Y es tal la situación del mundo, que nadie ha objetado a esto. Al contrario: dado que China es grande y poderosa, incluso países más poderosos que ella, como Estados Unidos, han aceptado que Tíbet pertenece a China.